17 ago 2010

Tormentosa tarea

Despertó. El estruendo, amplificado por el helado valle, todavía resonaba en la distancia. Al descorrer las pesadas cortinas de la habitación un escalofrío la recorrió fugazmente. En la ladera, un árbol gigantesco yacía derrotado. Cientos de relámpagos iluminaban el inquieto lago, como jactándose de su inmenso poder. En el acantilado, cinco cascadas surcaban violentamente las rocas hasta saltar al vacío, rindiéndose a la voluntad del vendaval. El miedo se apoderó de ella. Con la manga del camisón frotó velozmente el cristal empañado por su agitada respiración. La tormenta no cedía. Las gotas, fundiendose cada vez más, ya no dejaban ver el acantilado ni la orilla opuesta. Pensó en su hijo y una pequeña sonrisa movilizó su rostro. Por lo menos él se encontraba a salvo.

No hay comentarios: