22 oct 2010
14 oct 2010
Lograr que un silencio diga muchas cosas, es amor
Un grupo de chicos y chicas de fiesta, en el colectivo, canciones de cancha, golpes al colectivo. Un señor se indigna ante la rotura de un acrílico y avanza furtivamente hacia el frente a la voz de “ahora van a ir todos a la comisaría”, cuando el colectivero ve el daño, frena. Media vuelta, voz de autoridad, pero sin malicia, “dejen de golpear el colectivo o los bajo”… “ortivaaa” grito alguna. Entonces lo dijo. “después se quejan de que les cortan los dedos”….
A todos en el colectivo les tocó algún acorde en el cerebro. El silencio empezó a ganar terreno, el chofer no podía disimular por el espejo su propia reacción. Detiene el bus, se para en el asiento y balbucea una respuesta, pero sin claridad. Probablemente el solo de guitarra no me permitió entender.
El silencio… como pesa en esos momentos en que un grupo de gente presencia algo que a todos los conmueve. Estamos acostumbrados a no “expiar nuestras pasiones” como hacían los griegos, a perdernos en laberintos mal señalizados tan adrede.
Lograr que un silencio diga muchas cosas, es amor
Un grupo de chicos y chicas de fiesta, en el colectivo, canciones de cancha, golpes al colectivo. Un señor se indigna ante la rotura de un acrílico y avanza furtivamente hacia el frente a la voz de “ahora van a ir todos a la comisaría”, cuando el colectivero ve el daño, frena. Media vuelta, voz de autoridad, pero sin malicia, “dejen de golpear el colectivo o los bajo”… “ortivaaa” grito alguna. Entonces lo dijo. “después se quejan de que les cortan los dedos”….
A todos en el colectivo les tocó algún acorde en el cerebro. El silencio empezó a ganar terreno, el chofer no podía disimular por el espejo su propia reacción. Detiene el bus, se para en el asiento y balbucea una respuesta, pero sin claridad. Probablemente el solo de guitarra no me permitió entender.
El silencio… como pesa en esos momentos en que un grupo de gente presencia algo que a todos los conmueve. Estamos acostumbrados a no “expiar nuestras pasiones” como hacían los griegos, a perdernos en laberintos mal señalizados tan adrede.
11 oct 2010
9 oct 2010
8 oct 2010
cuando estoy así
se amontonan las ideas
arden los ojos
papel
bic
luz tenue
cuesta levantarse
5 oct 2010
Por ahí, en una de esas, empiezo a contar esta historia y algo cambia
Me preguntás - ¿qué escribís?- y así se encuentran el realismo mágico de estas líneas y el tiempo que nos toca, como en los parque de don Julio.
La charla sigue, y somos dos con las jibas cargadas transitando un desierto, buscando un imprevisto, si eso es posible, donde la causalidad y la casualidad sean uno en vez de dos.
Sin embargo el recorrido sigue, el colectivero se entretiene charlando con un policía y vos seguís atrás, o adelante, pero no acá. Seguramente no imagines lo que estoy pensando.
Antes de bajar, me distraigo viendo como unos auriculares y un chicle te llevan a otros asientos y olvido pulsar el timbre.
DEMONIOS! me pasé, quedo con las ganas de cruzar el puente naranja, otra vez.