27 sept 2010

pelota pared

Desde chiquito me gustó jugar al paredón, golpear la pelota con toda la fuerza y después tener que correr como un loco hacia el otro extremo a buscar la devolución de la pared.
Una de las virtudes del juego es que se puede jugar tanto solo como acompañado.
En el caso de ser 2 o más aparece un nuevo condimento, se puede "quemar". En realidad es una formalidad, inventada por los creadores del juego, para justificar ante los padres un más que probable pelotazo de lleno en la cara de sus crios.
Lo mejor de todo es, sin duda, cuando la pelota golpea algún zócalo disimulado, o un ladrillo salido, ahí es donde el desafío es mayor y los reflejos se ponen verdaderamente a prueba.
Así empecé a pelotear a esta pared, a disfrutar de la soledad y del compartir siempre que se pueda, a hacer siempre el mayor esfuerzo para que el juego siga, y aunque un clavo o un zócalo intente jugar una mala pasada, sonreírle al desafío luciendole los dientes.

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